Estamos ciegos demasiadas veces en la vida, miramos con indiferencia y lejanía a personas que terminan siendo importantes años después. Como privilegiada usuaria de las nuevas tecnologías, he logrado recuperar a personas que sufrieron mi ceguera en la adolescencia y ahora se han convertido en parte fundamental de mi vida. Es una alegría recibir los buenos días de personas que te conocieron antes de que los granos afloraran en tu cara y que aunque desaparecieran durante años, vuelven a irrumpir con fuerza en mi vida. Ese puede ser motivo del blog de otro día.
Juanjo es una de esas personas transparentes en mi anterior vida, pasó por el mismo colegio que yo, estudió en mi misma promoción, y se fue antes de que tuviera el privilegio de conocerlo. Estas son sus recetas, sus cócteles, lo único que hago es recopilarlos para que su buen hacer no se pierda. Va por tí y por todos mis excompañeros y presentes amigos.
Cóctel Tun Tun.
- 2 cl de ron blanco
- 3 cl de sirope de menta
- 2 cl de licor de avellana
- 3 cl de licor de chocolate
Agitar fuerte y decorar con una ramita de menta.
Julia Tonic
- 6 cl de Ginebra
- Rellenar con tónica
- Un chorrito de bitter kas
Todo en copa fría con mucho hielo y aromatizado exprimiendo una piel de nararanja
Alexandra
- 4 cl de brandy
- 3 cl Licor de cacao
- 2 cl Nata líquida
- 1 cucharadita de azúcar
Mula Moscovita
- 6 cl de Vozca
- 9 cl de zumo de limón natural rebajado con agua ( al gusto )
- 2 cucharadas de azúcar o un chorro de jarabe de azúcar
Batir bien y servir con mucho hielo
- Rellenar con ginger ale
- Decorar con una corteza de pepino y una corteza de limón exprimida
( Cuentas las malas lenguas, que lo de Mula es porque este cóctel lo inventó el dueño del restaurante La Mula de Hollywood, al mezclar los ingredientes que vendía en su local, en los años 40)
Mint Julep
- Un vaso de whisky lleno de hielo picado frappé
- 2 cucharadas de azúcar
- 6 cl de Bourbon o de whisky escocés
- Unas hojas de menta fresca
- Un chorrito de zumo de limón
Preparar directo en el vaso, remover bien.
- Decorar con ramita de menta y tomar bien frío
Nos ha prometido más, así que os iré informando.
sábado, 27 de septiembre de 2014
viernes, 26 de septiembre de 2014
¿ Es el mal necesario en nuestra vida ?
Cuando
un maestro enseña el concepto de las palabras antónimas, las
primeras que salen son blanco y negro, grande y pequeño, y sobre
todo, bueno y malo. La pregunta que podemos plantearnos es si la
bondad y la maldad son realmente dos conceptos abstractos tan
distintos o pertenecen a una misma realidad. ¿Son la maldad y la
bondad distintas caras de la moneda que el destino, o la vida, nos
lanza al aire?.
El
bien y el mal ha sido siempre una máxima, repetida una y otra vez,
en todas las culturas y todas las civilizaciones. Cuando Yavé creó
la arquitectura del universo, la más bella, pura y perfecta de sus
criaturas se reveló contra Él. Lucifer, el ángel de la luz, se
convirtió en el Señor de las tinieblas. ¿ Es el hombre bueno por
naturaleza y la sociedad la que le corrompe como pensaban los
ilustrados ?, ¿ hay bien en todo mal y mal en todo bien como piensan
en las culturas orientales?. La línea entre el bien y el mal es tan
tenue como la que existe entre el amor y el odio, otra de las
manifestaciones de la bondad y maldad en el género humano.
Es
nuestro complejo cerebro el que nos hace ser como somos, él inventó
nuestras culturas, nuestros comportamientos y nuestras sociedades.
Nunca llamaríamos malo a un león que devora a una gacela o que mata
a los cachorros de una leona para que ésta entre de nuevo en celo.
Nunca llamaríamos mala a una planta carnívora que espera
paciente al insecto que
necesita para sus ciclos metabólicos y mucho menos a la enrededera
que ahoga el árbol milenario. Sin embargo tildamos de malos cierto
tipo de comportamientos humanos, conceptualmente no tan distintos a
los de los animales. Nuestro cerebro no ha evolucionado en busca de
la verdad, ni del bien, ni del mal, nuestro cerebro ha evolucionado
en busca de la mera supervivencia, lisa y llanamente, la del
individuo que lo porta y la de sus genes. Si nuestros comportamientos
como especie son complejos, aun lo son más si nos miramos como
individuos. Dentro
de nosotros se encuentran conductas radicalmente distintas, podemos
sentir el altruismo de dar nuestra propia vida por los demás o ser
responsables de un genocidio, dentro de un mismo individuo pueden
unirse ambas pautas. Somos una especie atrapada en la dicotomía de
los extremos, el bien tirando de un lado de la soga y el mal
desde el otro, y la mayoría basculando entre estos comportamientos
tan dispares.
¿Es
necesario el mal para nuestra supervivencia?. Tal vez sí. Los
recursos son limitados y escasos y nuestra tendencia natural es
atesorarlos con voracidad sin darnos cuenta que no los necesitaremos
de manera eterna. Ese es otro de los espejismos del nuestro cerebro.
Sabemos racionalmente que estamos sólo de paso por la vida, pero la
fuerza de la supervivencia es tan fuerte que se nos olvida que no
somos eternos. El egoísmo es una característica tan humana como la
postura bípeda o los pulgares oponibles. Supervivencia y mal, dos
conceptos íntimamente fusionados. La bondad absoluta en nuestra
especie se paga con la muerte. Si nos quitamos el pan de la boca para
dárselo a otro, o trabajamos hasta la extenuación por los demás,
simplemente moriremos, y nuestros genes se extinguirán con nosotros.
Los
conceptos del bien y del mal no son inamovibles, en cualquier
coordenada espacio temporal que deseemos movernos podemos comprobarlo
sin ningún género de duda. Lo que hoy nos parece una abominación,
podemos justificarlo mañana bajo una máscara puramente racional,
diciendo la universal frase de ''se lo ha buscado''. No intentamos
entender las causas y circunstancias que han llevado a esa persona a
actuar de esa manera. Nuestro parcial punto de vista, es tan
irracional como universal. La vida nunca es sencilla para nadie,
aunque es cierto que para algunos es mucho más complicada que para
otros. La infancia no es siempre el mundo idílico que debería ser y
las experiencias por las que pasamos nos terminan marcando. Los niños
del tercer mundo portan metralletas , las niñas
cuidan de los hijos que han parido, fruto, en muchos casos, de
violaciones.
No se nos puede medir a todos bajo el mismo rasero aunque todos seamos igual de ''humanos''. Las experiencias de nuestra vida moldean nuestro cerebro como si fuera arcilla, hacen que lo que para algunos sean comportamientos injustificables, para otros tengan toda la legitimación. Necesitamos dormir tanto como comer, beber o respirar, es más, lo que de verdad necesitamos en entrar en sueño REM, la fase onírica del periodo en el que estamos dormidos, necesitamos soñar. Es difícil dormir pensando que somos monstruos, no importa que lo seamos o no, siempre necesitaremos pensar que no lo somos. Todo lo que hacemos en nuestra vida es justificable, por el bien de mis hijos, por el bien de la raza aria o por el bien de la humanidad. Nos engañamos, nos justificamos a nosotros mismos porque necesitamos dormir.
No se nos puede medir a todos bajo el mismo rasero aunque todos seamos igual de ''humanos''. Las experiencias de nuestra vida moldean nuestro cerebro como si fuera arcilla, hacen que lo que para algunos sean comportamientos injustificables, para otros tengan toda la legitimación. Necesitamos dormir tanto como comer, beber o respirar, es más, lo que de verdad necesitamos en entrar en sueño REM, la fase onírica del periodo en el que estamos dormidos, necesitamos soñar. Es difícil dormir pensando que somos monstruos, no importa que lo seamos o no, siempre necesitaremos pensar que no lo somos. Todo lo que hacemos en nuestra vida es justificable, por el bien de mis hijos, por el bien de la raza aria o por el bien de la humanidad. Nos engañamos, nos justificamos a nosotros mismos porque necesitamos dormir.
En las
guerras se fomentan, laurean y aplauden las mayores atrocidades que
se pueden cometer contra el género humano y nuestro maltratado
planeta. Espacio limitado y recursos limitados, se envían machos no
reproductores, sobrantes, a defender a machos y hembras
reproductores. O lo que es lo mismo, se envían al frente a los
pobres a defender las tierras de los ricos. Selección grupal lo
llaman algunos, atrocidades otros. No hay nada que una más a un
grupo que un enemigo común, hace que se olviden las nimias
diferencias que nos separan. Un concepto tan sencillo, y tan usado
para su provecho por unos cuantos a lo largo de la historia. ¿Son
las guerras maldad, o una forma de control de la población?. No nos
olvidemos que el género humano morirá de éxito, se extinguirá
porque se ha convertido en el rey de la creación. Antes o después
ocurrirá, lo único que el ser humano puede hacer es retrasar un
poco lo inevitable.
La
línea es más difusa si nos movemos por el tiempo. Desde el punto de
vista contemporáneo y occidental es una aberración no cuidar de
nuestros hijos, nada nos parece más digno de protección que las
criaturas que van a sustituirnos en el planeta. Pero no podemos
olvidar que a los niños débiles los despeñaban en Esparta y que
las tribus del norte hacían pasar una noche a la intemperie a los
recién nacidos. ¿Era eso maldad, o selección natural?. La
esclavitud, las conquistas, las poblaciones diezmadas o totalmente
aniquiladas, robos, asesinatos a sangre fría,
las vejaciones, secuestros y torturas, no fueron perpetradas por
monstruos sin corazón, sino por hombres y mujeres que amaban
a sus familias, a veces más que a su propia vida.
Así
que la próxima vez que nuestros hijos nos pregunten por un ejemplo
de antónimo, deberíamos pensar la respuesta.
Julia
Inés López Martín
Avila
3 de Agosto el2014
Y venía cantando.
Y venía
cantando. Subía la cuesta empinada con las albarcas llenas de polvo
y una sonrisa en su cara. El sol había dejado de ser un
inmisericorde disco blanco sobre su espaldas. Aparecía ahora rojizo
en el horizonte, cansado de un largo día. Más cansado aún que el
cuerpo de aquel hombre que había estado horas bajo él. Había
cumplido con su obligación, este año la cosecha era buena y podían
dar de comer pan a su familia. Sentía la satisfacción del trabajo
bien hecho. En casa le esperaba su esposa, con la cena cociendo en
la lumbre, la casa oliendo a humo y a sopas, y la misma sonrisa en la
cara que le enamoró de jóven. En breve le ayudaría su hijo. Era ya
casi un muchacho, jóven y fuerte, con los ojos de su madre y la
viveza que aquel que aún no conoce la maldad. Llevaba la nobleza
castellana impresa en su cara. La nobleza de sangre heredada y
transmitida desde que Castilla se forjó como pueblo. Donde la
palabra de un hombre está escrita en piedra y el orgullo es la más
estable de las monedas.
¡ Qué tierra
Castilla !. Como una madre austera cuidando de sus hijos. Pero no
había para sus ojos nada tan bello como el mar verde de los campos
de cereal en el mes de abril y el amarillo de julio. Nada como el
sonido del viento o las esquilas de las ovejas, como el ladrido del
perro del pastor o el sonido de los niños jugando en el río a
atrapar ranas. Aquellos olores, sabores, sonidos y paisajes que
hacían que por el camino viniera cantando. Y pasó por el río y vió
a las mujeres lavando y cuchicheando, e intentó captar su
conversación, pero no pudo. Ellas levantaron su cabeza, de se
masajearon los riñones y le saludaron a su paso. Cinco críos
revoltosos y chillones chapoteaban al lado de sus madres. Y pasó por
la fuente de camino a Zabarcos, y vió a las muchachas acarreando
cántaros de agua para sus casas. Apoyados en sus caderas caminaban
de dos en dos riendo alegres, tapadas, muy tapadas, tanto por pudor
como para que el leve sol que aún lucía en el cielo, no estropeara
sus blancos rostros. Su imaginación voló años atrás, cuando de
muchacho esperaba a su novia para subir ese cántaro y poder
hablarla de amor mientras la acompañaba a casa de sus padres,
andando muy despacio, alargando aquel momento feliz de encontrarse
con aquella chica que le robaba el sueño. Cosechas habían pasado
desde entonces, pero era la misma fuente, testigo mudo de las
palabras más dulces y las miradas más ardientes.
Y venía
cantando, y cambió de canción, para unirse a otras voces que como
la suya, buscaban la paz en su hogar, en donde se sentían los amos
de sus vidas.
Y no cantaba.
Fichó, fue hacia el parking de la empresa y buscó su coche. Se
estaba mojando y tenía prisa. Aquel día su jefe había estado más
impertinente que de constumbre. Aquel proyecto se le había
atragantado, no había forma de terminar aquello cuando le cambiaban
constantemente lo que querían que hiciera. Abrió su audi y se miró
las gotas de lluvia en el traje. Su iphone último modelo pitó en el
bolsillo, no podía soportar ni un solo correo electrónico más. Lo
sacó y lo tiró en el asiento de atrás sin miralo. Arrancó y puso
la radio. Se miró y por tercera vez esa semana hizo el planteamiento
de ponerse a dieta, quería llegar a su casa, encargar una pizza y
tumbarse en el sofá. Acababa de volver de Punta Cana, pero de ese
viaje solo le quedaba un bonito color tostado. Volvía a estar en el
mismo sitio y en la misma vida que le horrorizaba. Tenía que seguir
ese ritmo, no podía parar, el estilo de vida en el que estaba metido
le hacía ser dueño de muchas cosas, salvo de sí mismo. No
escuchaba la radio, se saltó un semáforo de rojo y oyó un pitido y
vió un gesto obsceno que repitió. Llegaría a casa pero su mujer no
estaría, tampoco le importaba demasiado, hace tiempo que apenas se
hablaban. Su hijo solo se comunicaba con las máquinas. El se había
convertido en un mero proveedor de recursos económicos. Mañana
echaría gasolina, hoy estaba demasiado frustrado. Un whisky y un
par de pastillas anestesiarían su conciencia y sus nervios...
Y no cantaba,
porque era cualquier cosa menos feliz, porque su voz no podía unirse
con ninguna otra, la paz era un concepto desconocido en su vida y no
solo era el amo de su propias miserias.
¿En qué nos
hemos convertido ?
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