sábado, 8 de noviembre de 2014

Génesis III. La vida se abre paso

Se levantó llena de energía. Todo estaba saliendo bien. No existía ningún plan, solamente con concentrarse creó el big bang, solamente con apretar una nube de gas y había creado un precioso sistema solar. Ceres se le había estropeado un poco, pero a cambio sus lágrimas habían producido satélites. Al final el azar la había favorecido. Iría a ver de nuevo aquel rincón tan peculiar, en el que había dos planetas que le habían parecido interesantes. Marte y Tierra. Eran ideales, ni demasiado fríos ni demasiado calientes, algo pequeños, pero aquel no era un experimento con grandes pretensiones, era casi una obra de teatro, iba a jugar a crear vida. En el último universo había usado el silicio, esta vez usaría un material más ligero, tal vez carbono, tenía todo el día para decidirlo. El carbono daba mucho juego, podía crear muchos compuestos con enlaces covalentes, si se combina con hidrógeno, oxígeno y nitrógeno... no pensaría más en la química de la vida. Dejaría que su propio ADN se ocupara de eso, un poco de componente estocástico y el espectáculo estaba servido.

Miró ambos planetas. La Tierra estaba en plena actividad volcánica. El día anterior olvidó soplar para que se fuera enfriando. Así que sopló aire gélido sobre la Tierra, y observó como poco a poco los volcanes se iban apagando. Miró a Marte, era un planeta muy oxidado, demasiado frío, solo tenía una gota para intentar el milagro, así que volvió a soplar sobre la Tierra. Aquel sitio era ideal. había un montón de agua por todos sitios, allí cuajaría la vida, una vida basada en el carbono, creada con su propia información genética, la doble hélice estaría presente en todas sus formas. Puso sus pies sobre la corteza de ese pequeño rincón de su universo, sacó un alfiler y se pinchó un dedo. Una pequeña gota de su sangre de diosa salió de su piel y cayó a una charca poco profunda, el milagro estaba punto de ocurrir.

Su ADN se deshizo en el agua, las radiaciones ultravioletas se encargaron de disgregarlo. La capa de ozono aún era demasiado fina para filtrarlas, algo tendría que hacer con eso. Era complicado crear vida si los nucleótidos y los ácidos nucleicos se rompían y se desordenaban constantemente. La información para la vida era fundamental, no había forma de crear proteínas si no llevaban un orden lógico. Se hizo muy pequeña, para observar de cerca qué estaba ocurriendo. Vio como parte de sus células se deshacían y sus mitocóndrias mutaban convirtiéndose en los primeros organismos procariotas. ¡ Bien !- pensó la Diosa, la diversidad biológica estaba servida. Cogió parte de estos primeros seres vivos y los esparció por el mundo. Rápidamente se estaban creando miles de especies de bacterias y también de organismos unicelulares eucariotas. Alguno de ellos era verde y usaba la energía que les proporcionaba de su pequeña estrella Sol, mientras que otros tomaban su energía de su entorno. A mediodía del tercer día empezaron a aparecer los organismos pluricelulares, y pudo ver ilusionada como una niña, como estos diferenciaban sus células y se convertían en minúsculos animales y minúsculas algas. Como los estomatolitos se fosilizaban en aguas poco profundas. Las algas expulsaban oxígeno y este se iba convirtiéndose en ozono, que filtraba las radiaciones. Aun así la vida se abrió paso en todas las formas imaginables. Le faltaban ojos para contemplar los cambios que se estaban produciendo en las aguas de dentro y fuera de Pangea. Y la vida pasó también al mar. Si se detenía a mirar una esponja aparecían mientras un par de especies nuevas de trilobites, aquello era de locos. Si la formación de su universo había sido un espectáculo de luces, la de la vida en ese roca orbitando alrededor de una estrella pequeña, era un espectáculo de formas. Su información genética en esas condiciones estaba dando resultados asombrosos. Todo lo que se estaba creando era increíblemente diverso, toda la vida bullía en la parte azul del planeta, pero tierra firme era estéril y aburrida. La atmósfera y la tierra firme parecía una barrera infranqueable para esa vida que se desarrollaba con una energía y crueldad sin límites dentro del agua. Había demasiado espacio desaprovechado, habría que hacer algo con él. Entonces movió Pangea hacia el sur, esta se rompió y de un continente muy grande se crearon dos. Gondwara fue hacia el sur a la deriva y el planeta se enfrió. Y toda aquella expansión casi histriónica fue decayendo. Cientos de especies empezaron a morir en masa, pero la Diosa no hizo nada para evitarlo. Estaba terminando el día y éste había sido muy intenso, estaba cansada y su trabajo por ese día había concluído, no haría nada de momento. Mañana observaría que había ocurrido durante la noche. Aún quedaban miles de especies llevando su doble hélice en cada una de sus células. Y así fue como el tercer día, la Diosa creó la vida en el planeta Tierra.